no me he encontrado con ánimos para venirme aquí y dejar unas líneas. Ando estos días un tanto desalentada conmigo misma y con la sociedad en su conjunto por muchos motivos que no voy a enumerar ahora. No tengo ganas de hablar de nada político. Ya lo hacen otros mucho mejor que yo.
Hoy toca divagar. Detenerse en esa luz sombría, perezosa que entra por la ventana y lo inunda todo de tranquilidad luminosa. En el silencio, deternerse en el silencio imposible al teclear estas letras.
Letras es mi trabajo, mi alma, mi todo. Por lo que soy lo que soy. Y hoy debo volver a ellas. A la imagen que me las inspira y por la cual me espera esa niña muerta de frío y tú, esperando a saber por qué murió de frío tan sola, sin imaginar que iba a morir así. Pues sigue esperando. No ocurre nada en esa espera, no es tensa. Ahora me voy de aquí para poder dar aliento a tus segundos invertidos en este mismo lugar. Me voy porque lo manda esa imagen, de esa niña, para que ni ella ni tú esperéis más de lo necesario.... adiós...
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