martes, 24 de agosto de 2010

...y condenada por capital pecado

porque sí, porque con la pereza que me invade pensando que en apenas diez días estaremos metidos ya en la rutina, como si julio y agosto no hubieran existido, seguro que con las antiguas reglas mi alma estaría completamente perdida, abocada a los infiernos más abrasadores y brillantes...

Hace dos semanas que estoy trabajando, ya entré en la tercera, pero agosto es especial para esto del trabajo en nuestro país. Hay que aprovechar las pocas ventajas que da lo laboral, es decir, siempre que tengas trabajo, en este sagrado mes... y es que, aunque estés trabajando, aunque sea ese trabajo pleno de cierre de revista, pues se hace todo más tranquilo. Los alrededores no son los mismos. La gente no te llama cada cinco minutos, porque la mayoría está de vacaciones, los correos no te castigan tu bendita bandeja de entrada, sales a la calle y hay menos gente y la que hay no va con tantas prisas... y lo mejor, lo mejor para una madrileña, de provincia o de capital, es que Madrid se puede respirar, vivir, degustar...

1 comentario:

  1. ¿Lo mejor de agosto? Poder aparcar casi en cualquier lugar del centro sin dar 3 vueltas y desesperarte...
    ¿Lo peor? Ver determinadas burradas de los autobuses. Con eso de "en agosto no hay nadie" se saltan los semáforos con una ligereza que ya he tenido dos sustos...

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